Moraira, un encantador rincón costero de la Marina Alta, se ha consolidado como uno de los destinos más buscados por los visitantes que recorren la Costa Blanca este verano. Con apenas unas cuantas calles en su núcleo urbano, esta localidad ofrece playas de ensueño, gastronomía mediterránea y un ambiente relajado que seduce a quienes buscan desconectar del ritmo frenético de las grandes ciudades.
El Castillo de Moraira, vigilando el paseo marítimo desde el siglo XVIII, es el punto de partida perfecto para descubrir la historia local. Desde allí, el visitante puede recorrer a pie el paseo de la Ampolla, disfrutar de las vistas del puerto deportivo y, si el tiempo lo permite, embarcarse en excursiones marítimas que bordean los acantilados de la costa.
Las calas escondidas son el mayor secreto de este destino. Rincones como El Portet, Cap Blanc o L’Andragó ofrecen aguas cristalinas y entornos naturales ideales para el snorkel o un baño tranquilo al atardecer. La Playa de l’Ampolla, por su parte, es la más familiar y accesible, perfecta para quienes buscan servicios sin perder el encanto de un paisaje mediterráneo.
Para los amantes de la naturaleza, la torre vigía del Cap d’Or ofrece una de las mejores panorámicas de la comarca. El sendero que asciende hasta este antiguo puesto defensivo atraviesa paisajes de pinos y matorral mediterráneo, y al llegar arriba, la recompensa son vistas abiertas hacia el Peñón de Ifach y la bahía de Moraira.
No se puede abandonar la localidad sin probar su gastronomía marinera. Los restaurantes junto al puerto sirven arroces, fideuàs y pescados frescos que reflejan la tradición pesquera que dio vida a Moraira. Muchos visitantes combinan la experiencia con una cata de vinos y moscatel de la zona, heredados de la vecina Teulada.
Este verano, Moraira se reafirma como un destino que lo tiene todo: historia, playas de película, naturaleza y sabores mediterráneos. Un lugar perfecto para quienes buscan disfrutar del Mediterráneo más auténtico sin aglomeraciones masivas.
