El espectáculo más brillante de todo el verano: La lluvia de perseidas alcanzará su gran noche el 12 de agosto

05/08/2025

El cielo de agosto se prepara para recibir uno de los fenómenos astronómicos más esperados del año: la lluvia de estrellas Perseidas, conocidas también como “lágrimas de San Lorenzo”. Este año, el evento está disfrutándose desde mediados de julio y se prolongará hasta el 24 de agosto, aunque su máximo esplendor llegará en la noche del 12 al 13 de agosto.

Durante esas horas, la Tierra atravesará la zona más densa de restos del cometa Swift‑Tuttle, origen de estas estrellas fugaces. Al entrar en la atmósfera, las diminutas partículas se desintegran a gran velocidad, dejando brillantes destellos que parecen surcar el cielo. En los mejores momentos de observación, podrán verse hasta 100 meteoros por hora.

 

Cuándo y cómo observarlas

  • Pico de actividad: entre las 22:00 del 12 de agosto y la madrugada del 13 de agosto (02:00‑05:00).

  • Mejores noches adicionales: del 11 al 14 de agosto, con algo menos de actividad pero buenas oportunidades de observación.

  • Consejo importante: la Luna estará en fase gibosa menguante y su brillo puede ocultar los meteoros más débiles, por lo que conviene buscar momentos en los que esté baja en el horizonte o elegir lugares especialmente oscuros.

Para disfrutar al máximo de este espectáculo, basta con alejarse de la contaminación lumínica y tener un poco de paciencia. No hace falta telescopio: lo mejor es recostarse y dejar que los ojos se acostumbren a la oscuridad. Mirar hacia el noreste, en dirección a la constelación de Perseo, aumenta las posibilidades de ver meteoros cruzando todo el cielo.

 

Un encuentro con el cosmos

Más allá del atractivo visual, las Perseidas nos recuerdan la conexión de nuestro planeta con el espacio. Cada trazo luminoso es un fragmento de un cometa que, desde hace siglos, viaja alrededor del Sol. Observar la lluvia de estrellas es, en cierto modo, asistir a un diálogo silencioso entre la Tierra y el universo, un momento perfecto para pedir un deseo o simplemente dejarse sorprender por la inmensidad del cielo nocturno.