Durante la pasada medianoche, Toni Martínez, del Servicio Ambiental y Marino del Ayuntamiento de Dénia, recibió un aviso urgente procedente del 112: una tortuga marina había salido a la playa de la Marineta Cassiana para realizar una puesta de huevos. La llamada fue realizada por un matrimonio de València que, curiosamente, ya había alertado de otra puesta el año anterior.
La protagonista del suceso fue Diana, una tortuga que ya había visitado esta misma playa hace dos veranos. Tras realizar la puesta, el animal fue inmovilizado cuidadosamente para facilitar el trabajo de los equipos científicos de la Universitat Politècnica de València (UPV), la Universitat de València (UV) y l’Oceanogràfic, quienes procedieron al marcaje satelital del ejemplar.
En total, Diana depositó 116 huevos. De ellos, 12 fueron trasladados al Oceanogràfic de València para su incubación controlada, mientras que los 104 restantes fueron translocados a la cercana playa de Albaranes, donde se espera que las condiciones favorezcan su desarrollo natural.
Este evento refuerza la importancia de la costa de Dénia como lugar emergente de nidificación de tortugas marinas en el Mediterráneo occidental, y pone en valor la colaboración ciudadana en la conservación de especies amenazadas.
El renacer de las playas: la importancia de proteger las puestas de tortugas marinas
Las tortugas marinas, habitantes milenarias de los océanos, están regresando cada vez con más frecuencia a las playas del Mediterráneo para realizar una de las fases más cruciales de su ciclo de vida: la puesta de huevos. Este fenómeno natural, que antaño era más común en otras regiones del mundo, se está convirtiendo en una señal esperanzadora de recuperación ecológica en nuestras costas, pero también un recordatorio urgente de la necesidad de protección y vigilancia.
Cuando una tortuga marina elige una playa para desovar, está seleccionando un lugar que considera seguro y adecuado para el desarrollo de su descendencia. La temperatura de la arena, la tranquilidad del entorno y la ausencia de amenazas humanas son factores clave en esta decisión. Cada nido puede albergar entre 80 y 120 huevos, de los cuales solo una pequeña fracción logrará llegar a la edad adulta. Por eso, cada puesta cuenta.
La aparición de nidos en playas españolas, como ha ocurrido recientemente en Dénia, es un hecho de gran relevancia ecológica. No solo indica que nuestras aguas siguen siendo habitables para especies como la tortuga boba (Caretta caretta), sino que también pone de manifiesto los efectos positivos de décadas de conservación marina y sensibilización ambiental.
Proteger estos nidos es esencial. La colaboración entre instituciones científicas, administraciones locales y ciudadanos es clave para garantizar que los huevos no sufran daños por actividades humanas, depredadores o fenómenos meteorológicos adversos. Acciones como la vigilancia de los nidos, la translocación a zonas más seguras y el marcaje satelital de las madres tortuga permiten un seguimiento que contribuye a su conservación a largo plazo.
Además, estos eventos tienen un gran valor educativo. Involucrar a la ciudadanía en la observación y protección de las puestas fomenta una cultura de respeto por la biodiversidad y el medio marino, ayudando a formar nuevas generaciones comprometidas con el planeta.
En un contexto de cambio climático y degradación de hábitats, cada puesta es un símbolo de esperanza. Las tortugas marinas nos recuerdan que, con cuidado y compromiso, es posible recuperar la armonía entre el ser humano y la naturaleza.