El invierno ha entrado hoy en nuestro calendario, 21 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno, ese instante silencioso en el que el año se repliega sobre sí mismo y la noche alcanza su mayor duración. Es el día más corto y la madrugada más larga, cuando el Sol apenas se eleva sobre el horizonte y la luz se vuelve frágil.
Desde hoy, aunque de manera casi imperceptible, las horas de claridad comenzarán a ganar terreno, mientras el frío se instala con más firmeza en calles, campos y montañas. El invierno se extenderá hasta la llegada de la primavera en marzo, trayendo consigo heladas, lluvias y paisajes marcados por el recogimiento y la calma.
Esta estación, cargada de simbolismo desde tiempos antiguos, representa el descanso de la naturaleza y el inicio de un nuevo ciclo. El solsticio ha sido siempre un recordatorio de que, incluso en el punto más oscuro del año, la luz empieza a regresar.
Con la llegada del invierno, el calendario se tiñe de silencio, abrigo y espera, invitándonos a bajar el ritmo y a escuchar el latido pausado de la estación más introspectiva del año.
Leyendas y mitos del invierno
El invierno también ha sido, desde tiempos remotos, territorio de leyendas. En muchas culturas europeas se creía que durante la noche del solsticio los espíritus caminaban entre los vivos y que el fuego tenía el poder de ahuyentar la oscuridad. En los países nórdicos, Yule celebraba el renacimiento del Sol, mientras que en la tradición mediterránea el invierno simbolizaba la espera paciente antes del despertar de la tierra.
Historias de hogueras encendidas, de dioses solares que vencen a la sombra y de rituales para atraer la buena fortuna han acompañado durante siglos a esta estación, transmitidas de generación en generación como un refugio frente al frío y la noche.

